jueves, 11 de octubre de 2012

Padua

Padua huele a pizza y a humo de cigarrillo. A veces también huele a lluvia, pero no como huele la lluvia en casa, a tierra mojada, sino sencillamente a lluvia. Como si la lluvia ya estuviera cansada de caer y ya no quisiera oler a otra cosa que no fuera lluvia.

Padua huele a pizza porque Padua es Italia y porque cada veinte metros hay una pizzería, un bar o un pizza&kebab que llenan las calles de ese olor que siempre da hambre. Y también huele un poco a humo de cigarrillo, porque en Padua son mucho de fumar.

Padua suena a gotas de lluvia contra el cristal y a campanas de la Iglesia de Santa Sofía a las seis. Suena a italianos hablando muy rápido por el móvil y a españoles en cada esquina; a bicis cruzando a toda velocidad la calzada y la acera. Padua suena a risas a las tres de la mañana y a intentar hablar en italiano.

Padua es adoquines viejos y cielos grises. Padua es cambiar el olor de tu pelo y de tus sábanas. Es grafitis en las paredes y siempre macarrones de primero. Padua es comprarte tu primer edredón y usarlo en Septiembre. Es italianos con el cuello de la camisa levantado y viajar gratis en autobús. Padua es conocer a gente nueva e inventar maneras para hablar con la vieja. Es recorrer media ciudad bajo la lluvia para buscar una postal y descubrir una pizzería donde pedir pizzas al azar.

Padua es echar de menos algunas cosas… pero no tanto. No aún.

Padua es descubrir cosas para extrañar.

Grafiti cerca del Giardini dell'Arena

1 comentario: